lunes, 24 de diciembre de 2012

Personal branding: community managers de nosotros mismos

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A las criaturas 2.0 nos encanta incursionar en todas las redes sociales posibles o, al menos, en las más conocidas. Somos muy activos y vivimos inmersos en esa especie de escenario catártico, mitad stand-up, mitad vidriera, que nos proporciona la visibilidad y el feedback a los cuales nos hacemos adictos.

Entre lo que comunicamos y compartimos nos mostramos como queremos que el mundo nos vea. En lo que decimos, en el tono que usamos, deseamos llegar al otro, a su reconocimiento. Las redes sociales nos devuelven un reflejo más bien construido por nosotros mismos, y es a ese perfil al que llamamos personal branding.

Pero esto no sólo se trata de dejar una buena impresión a nivel corporativo posteando URLs cargadas de palabras claves marketineras, repartiendo likes y RTs a colegas del rubro, o intentando captar la atención de influencers. También incluye nuestro lado humano, nuestros gustos, necesidades y aflicciones.

Y aquí es donde comienza a complicarse un poquitín la cuestión, ya que entran en juego diferentes factores como el estilo, protocolos y netiquetas de la red que elegimos, los índices y reglas de la reputación online, y nuestra capacidad para redactar…
  • con ingenio
  • cuidando los límites de espacios
  • teniendo en cuenta el peso y atractivo de los elementos multimedia
  • usando etiquetas, hashtagas y menciones con moderación
En esto años he visto de todo en las redes. Al principio apostaba por aquellas cuentas cuidadas, sumamente informativas, porque yo misma pretendía formarme, y es por ello que seguí su ejemplo. Pero a medida que fue pasando el tiempo y la cultura 2.0 fue envolviéndome -como poco a poco lo va haciendo con toda la sociedad-, me empezaron a llamar la atención aquellos perfiles que dejaban entrever su lado más humano, que hacían chistes o se quejaban del clima… trivialidades con las que me identificaba y que, paulatinamente, se fueron ganando la mayoría de mis RT, likes y favs. De más está decir que se me pegó el estilo.

Como todo en esta vida, el personal branding sólo requiere de objetivos, un poco de estrategia y, sobre todo, equilibrio.

Si estamos en Facebook, no es mala idea tener un perfil de usuario y un perfil público a la vez. En el primero damos rienda suelta a nuestro humor, compartimos las fotos de la última fiesta y discutimos de política y fútbol con nuestros familiares y amigos en un ambiente configurado con la mayor privacidad. En el segundo, nos mostramos al mundo desde nuestra profesión y especialidades, nos vendemos como en una góndola de supermercado, con el packaging más brillante y atractivo.

Twitter es un animal distinto.

Por tratarse de una red meramente pública, todo lo que decimos está pensado para captar la atención de alguien. Twitter es una pauta gratis para publicitarnos cada vez que queramos, es un diario íntimo que dejamos abierto, es un megáfono a nuestros amigos (más no un teléfono), es un juego de códigos, palabras claves y protocolos que, una vez comprendidos y compartidos, se transforman en una enviciante manera de pasar el tiempo… Y dependiendo de nuestros objetivos de personal branding, adaptaremos el estilo y tono de nuestros tweets para alcanzarlos.

En síntesis: si estás en las redes sociales, sabés que tu vida, de una u otra manera, se ha tornado pública; y a partir de ese momento, te has transformado en el community manager de vos mismo. Planteá tus metas, pensá estrategias, buscá el equilibrio.

Si lo hacés bien, seguro que te sigo ;)


(post originalmente publicado en Locos del Social)

1 comentarios:

Excelente post, vivencie una experiencia similar respecto de mi uso inicial con las redes sociales virtuales.

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