Si hay algo que ya no escapa a ningún profesional de los Social Media es que los contenidos de naturaleza positiva y el tono de comunicación alegre y divertido, genera mucho más feedback en el mundo de las redes sociales que las manifestaciones deprimentes, los posteos simplemente neutros o los imperativos de tinte publicitario.
Incluso marcas y medios más tradicionales que nos tenían acostumbrados a matices flemáticos y modalidad distinguida, hoy no dudan en dar color a sus expresiones y abusar de los signos de exclamación para atraer los preciados “me gusta”, retweets o +1, que engrosen sus listas de seguidores.
No es ningún secreto que, en las redes sociales, los saludos y buenos deseos siempre están a la orden del día, el buen humor es el aditivo más viral y los Community Managers nos encargamos de que el nivel de conflictos se mantenga lo suficientemente bajo (o nulo) con la simpática finalidad de la concordia y la armonía entre los usuarios y la marca/empresa a la que representamos.
¿Pero qué pasa cuando en el contexto local o nacional (incluso, internacional) sucede una tragedia? ¿cuando la realidad golpea tan fuerte que se hace eco en cada medio, y el viralismo 2.0 se hace oír entre clamores intra-muros, hashtags y trending topics? El usuario no dejará de hablar de ello por días, las comunidades serán testigos de acalorados debates… ¿y las marcas/empresas?