sábado, 13 de abril de 2013

Este toma y daca del mostrame y decime

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Recuerdo que cuando vi por primera vez la película The Truman Show quedé impactada, no sólo porque en aquella época me encontraba en la mitad de mi carrera y eso implicaba un concienzudo análisis de los medios de comunicación, sino también porque entendí que, de alguna manera, eso era lo que se venía

Por supuesto que enseguida comenzó la fiebre de los reality shows, y las trivialidades del acontecer humano, deformadas un poco por la tiranía del raiting, fueron empaquetadas temáticamente -según los gustos el target- en la vidriera televisiva.

Hasta ahí, el escenario se limitó sólo a unos pocos… Y cuando menos lo esperábamos, llegaron las redes sociales.

Hoy la web 2.0 nos ha transformado en una sociedad exhibicionista. No podemos evitarlo. Constantemente se nos está preguntando qué estamos haciendo, en qué pensamos, y se nos pide (implora, ordena) que lo compartamos -¡Por Dios, si eso es lo que el hombre social se supone que haga!

Es increíble cuánto de nuestro contexto diario participa en este toma y daca del mostrame y decime: políticos y sus CMs (a los que siempre tendrán de chivos expiatorios para sus deslices), empresas grandes y pequeñas (haciendo lo posible por aplacar su antiguo instinto del “yo ofrezco, yo informo, Ud. compra y se calla”), medios de comunicación nacionales y locales (estos últimos aún con peleas internas sobre la incomprensible velocidad y crudeza de Twitter, y la inaceptable informalidad de Facebook), y un largo etcétera que abarca diversas organizaciones con sus pro y sus contras sobre estos nuevos canales, pero que también se integran al juego.

Y si ellos lo hacen, ¿por qué no también nosotros?

Analizándolo desde el punto de vista comercial, no podría pedir una mejor predisposición del mercado para brindar todos los datos que se necesitan para mejorar desde la elaboración del producto al proceso de venta. Ya he mencionado antes que éste es uno de los principales objetivos que debería plantearse una empresa si considera participar en las redes sociales.

Desde la perspectiva del branding y en cuestiones de posicionamiento, entran en juego la capacidad para potenciar las opiniones positivas y encauzar las negativas hacia fines provechosos. Si las redes están preguntando a los usuarios qué piensan, tenemos que entender que no siempre estarán de acuerdo con lo que ofrecemos ni que todos los días se levantan con el pie derecho, y -¡oh casualidad!- en esos momentos también se los suele impeler a expresar cómo se sienten… Después nos preguntamos qué motiva a los trolls. Simple: son personas que interactúan tal como las redes se lo piden, pero no de la manera que nosotros desearíamos que lo hagan.

De a poco, la vida se ha ido transformando en eso que pasa mientras la estamos twiteando. No me malinterpreten, esto no es un reproche ni un llamado a la trillada desintoxicación tecnológica. Es simplemente una identificación de la época que nos toca. Soy partidaria de la evolución, no del estancamiento en críticas que no llevan a nada, y veo en cada cambio un desafío, no un obstáculo.

Hoy nuestra sociedad se ha transformado en un inmenso Truman Show, pero a la vez nos da todas las herramientas para ser también los productores de nuestro propio programa. Es cuestión de elegir lo que queremos mostrar y asumir de la mejor manera lo que otros -muchas veces sin nuestra autorización- muestran por nosotros.

A los pocos que aún reniegan de participar en la web 2.0 -personas, empresas, instituciones-, ya los veré pronto. Esto ya es una cultura de vida, y es imparable.

A los que ya están participando en las redes, nos seguiremos leyendo a través del monitor y del cada vez más penetrante mercado móvil.

“Y en caso de que no los vea: buenos días, buenas tardes y buenas noches.”


(este post fue originalmente publicado en www.locosdelsocial.com.ar)

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